domingo, 2 de marzo de 2008

Manuel Quindimil por Jorge Fontevecchia para Perfil


Entrevista extraída de Perfil, por su directos Jorge Fontevecchia "IMPERDIBLE " Gracias !

EN VALENTIN ALSINA, partido de Lanús, el director de PERFIL compartió toda una mañana con el ícono del Conurbano bonaerense en su casa de la misma calle donde nació, hace 84 años.
—Después de ser 28 años intendente de Lanús, primero desde 1973 hasta el golpe de 1976, y luego desde la llegada de la democracia, perdió su primera elección hace unos meses. Usted dijo que Pampuro le “tendió una trampa” haciendo postergar obras que dependían de fondos nacionales para que el pueblo de Lanús “lo echara”. ¿Cómo fue esa trampa?

—Las obras que más necesitaba la mayoría de la gente eran los pavimentos, las bocas de tormenta por las inundaciones, las cloacas, y el puente de Escalada, que tiene más de cien años y por donde pasaron los bueyes y las carretas. Un día se va a venir abajo y va a haber un accidente fatal. Hicimos toda la documentación, fuimos al Ministerio de Obras Públicas porque se manejaba todo desde ahí, y cuando el Presidente ordenó que se hiciera, me puse contento. Pero yo veía que en la zona de Avellaneda las máquinas trabajaban; hacían obras en Lomas, en Quilmes, Florencio Varela... Y yo me enojaba porque no venían las órdenes a la empresa que había ganado la licitación para que comenzaran a hacer las obras. Les decía: “¿Qué pasa?”. Y me contestaban que no iban a empezar la obra si no les aseguraban el pago. Como el Presidente había aprobado que se hiciera, íbamos y decían: “Falta tal firma porque se fue a la Patagonia, se fue a Mendoza...”. Kirchner era el que firmaba todo. Yo veía algo raro, entonces dije: “¿Estos me quieren meter en el horno a mí?”. Y le mandé al Presidente la renuncia a mi candidatura.

—Eso fue varios meses antes de las elecciones, pero inmediatamente después el vocero municipal informó que los ministros de Planificación, Julio De Vido, y del Interior, Aníbal Fernández, se comunicaron telefónicamente para que “reconsiderara su situación, por orden del Presidente”. ¿Y usted les creyó?

—Finalmente las obras se hicieron, pero empezaron veinte días antes de la elección, cuando los otros municipios empezaron un año antes. Yo no puedo creer la falta de consideración con un histórico como yo. No comencé de intendente: fui inspector de Abastecimientos de la Municipalidad, jefe de Compras, jefe de Archivo, jefe de Inspección General. Después me pusieron de delegado municipal del ’52 hasta la Revolución del ’55, y ahí nos tuvimos que ir todos, y volver al frigorífico, porque habíamos salido con permiso gremial para ocupar funciones de gobierno (N. de la R.: Quindimil fue compañero del mítico Cipriano Reyes).

—El recientemente electo intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, igual que el jefe del Concejo Deliberante, propuso a Pampuro para presidir el Consejo del peronismo de este distrito. ¿El verdadero dueño del poder en Lanús es Pampuro?

—El poder lo tengo yo, porque soy el presidente del Partido Justicialista de Lanús.

—Pero proponen a Pampuro para sustituirlo.

—Eso es cosa de ellos.

—Usted introdujo a Pampuro en la política haciéndolo secretario de Salud de Lanús en su gobierno 1983-1987. ¿Se arrepiente hoy de haberlo ayudado?

—El, en este lugar donde estamos nosotros ahora, se cansó de tomar mate y comer con la familia. Yo decía que un profesional, hombre preparado, iba a dejar a Lanús bien representado, y no poner a alguien que, por ahí, nos haga pasar vergüenza. Como conocía al padre, lo puse de diputado nacional. El presidente de la Cámara de Diputados era Pierri, que necesitaba tener diputados a su favor porque veía que se le venía una pelea con Duhalde. Entonces, le empieza a hablar a Pampuro, a lavarle el cerebro, a decirle: “Venite conmigo, yo te aseguro la reelección, dejá a Manolo que no te lo va a conseguir”. Le estaba mintiendo, porque yo se la iba a conseguir si hacía buena letra. Pero lo convenció, y se fue con Pierri. Y no lo vi más.

—¿Se arrepiente entonces?

—Y, sí. Porque fue ministro de Salud y nunca mandó un paquete de algodón a Lanús. Fue ministro de Defensa y nunca fue capaz de mandar un subsidio. Fue diputado nacional, ocupó cargos de alto nivel, y nunca recibimos una ayuda. Lo único que recibimos fue el desastre político de la fractura del peronismo en Lanús que se produjo ahora, por culpa de él, que no vive en Lanús, que vive en la Capital Federal, que viene a meterse en Lanús a querer agarrar el poder en Lanús. Y nunca trabajó ni por Lanús ni por el pueblo de Lanús.

—¿Fue ingrato o el peronismo es así: el discípulo debe vencer al maestro?

—Sí. El caso Pampuro-Quindimil, sí. Es un hombre al que yo le abro el camino, que llega al poder por la forma de gambetear. Está con Pierri, lo larga a Pierri y se prende con Duhalde, lo larga a Duhalde y se prende con Kirchner... Bueno, mañana no sé de quién se va a prender. El no llegó por el poder político, porque no tiene una base, un distrito sólido como tienen los gobernadores, los intendentes. Es de los que... ¿Quiere un café?

—No, está bien con el mate.

—Así llegó a lo que llegó. Si un hombre llega así para hacer el bien, bienvenido sea. Pero para hacer el mal… El lo que tiene que hacer es decir: “Yo, con Manolo, con Lanús, tengo una deuda y se la voy a pagar cuando tenga una oportunidad”. Y tuvo mil oportunidades y nunca hizo nada. Al revés: dividió a todo Lanús.

—Duhalde dijo que es bueno para el país el doble comando Néstor-Cristina porque la Presidenta no está en condiciones de gobernar sola. ¿Coincide o discrepa con esa afirmación?

—Creo que no hay que apresurarse a prejuzgar si las personas están o no en condiciones. Como dijo Perón: “Al rengo hay que dejarlo caminar para después decir que es rengo”. Entonces dejémosla a esta mujer que hace pocos meses que asumió. Todos pagamos el derecho de piso cuando comenzamos un cargo de jerarquía. Yo lo pagué también. El presidente de la Nación también paga sus derechos de piso hasta que le agarra la mano. Pienso que es una mujer capaz, ya lo demostró durante años siendo diputada, senadora. Si el marido la propone para tomarse él su tiempo para reponerse, y después volver, creo que no va a cometer la equivocación de ponerla sabiendo que no tiene condiciones para hacerlo.

—¿Quién manda? ¿El marido o ella?

—Yo creo que mandan los dos.

—¿Al mismo nivel?

—No. Institucionalmente, la que manda es la señora, porque es la Presidenta. Pero políticamente, creo que mandan los dos por igual. Creo que los dos conversan, como Perón con Evita.

—Pero mandaba Perón…

—A veces. Al principio de la conversación, mandaba Perón. Pero al final, salía ganando Evita. En la Quinta de Olivos, los sábados y domingos se iban los dos solos para descansar, para usar la pileta de natación, para andar con los coches de carrera, para andar con las motos, y después venía la etapa de planeamiento político. Yo he visto que Perón a veces se ponía celoso de Eva Perón porque veía el cariño, la pasión que tenían las mujeres por ella.

—¿Afecta a Cristina el protagonismo de su marido?

—No, la ayuda. Porque se ve respaldada por el esposo.

—Siempre se dijo que Pampuro hizo su carrera política cebándole mates a Duhalde. ¿Es cierto?

—Yo no lo he visto.

—¿A usted le cebaba mate?

—Sí.

—¿Y era buen cebador?

—Sí. Acá me cebaba mate, ese mismo que toma usted ahora.

—¿Qué pasó por su cabeza al ver que era Pampuro el delegado de Kirchner para traer a Lavagna de regreso?

—Yo no sé si fue Pampuro o Duhalde. Tengo mis dudas. Porque no nos olvidemos que Lavagna se inició en la política de la mano de Duhalde.

—Duhalde dijo que estaba muy contento de que Lavagna volviera al peronismo.

—Sí, señor. En una oportunidad, con Kirchner, Lavagna renunció al ministerio, y retiró la renuncia a pedido de Duhalde. Duhalde quería que el país siguiera el camino que tenía que seguir para que los argentinos viviéramos bien, y veía en Lavagna el mejor economista. El lo había puesto siendo presidente, lo hizo venir de Europa. Y a partir de ese momento Argentina empieza a remontar vuelo como el barrilete y a afirmarse la economía. Le pidió que retire la renuncia porque iba a ser un daño para el país, y Lavagna la retiró. Luego se repite ese encontronazo con el presidente, y se va definitivamente.

—¿Por qué silbaron a los lavagnistas en el congreso del partido del viernes 22 pasado?

—No fue una silbatina a los lavagnistas. Fue cuando el apoderado del partido, Landó, leyó una resolución del partido que le daba amplia amnistía a todos los que siendo del partido hayan ido contra el peronismo. Ahí lo silbaron.

—Pero eran los lavagnistas los que habían ido con el radicalismo.

—Sí, pero no fue puntualmente contra Lavagna.

—¿Usted cree que lo quieren a Lavagna en el peronismo?

—Creo que lo ven con buenos ojos, como un hombre de la ciencia económica que está trabajando bien y que le hace bien al país. Como político, no sé. Pero como economista, el hombre ha demostrado que tiene su capacidad y su cintura.

—Al llegar la democracia, en 1983, Ud. fue elegido secretario general del Partido Justicialista a nivel nacional; luego fue vicepresidente primero del partido en su provincia, y cuando Duhalde asumió la presidencia de la Nación, Ud. quedó como presidente del partido en la provincia. ¿Cómo ve esta reorganización del partido que promueve Néstor Kirchner?

—Duhalde, que cuando era Presidente me dejó la presidencia del partido a mí, me dijo: “Manolo, te voy a pedir un favor. Pronto se va a reorganizar el Consejo Nacional, y te quiero poner ahí como hombre de mi confianza, por eso te digo que des un paso al costado, que agarre otro muchacho y vos quedás en el Consejo General”. Bueno, supuestamente, lo puso a Bancalari, que es de San Nicolás, y tuvo una buena relación con el Presidente, trabajó bien. Lo que Duhalde me había dicho, que iba a ir al Consejo Nacional, no se dio por la fractura que hay entre Kirchner y yo.

—Pero ¿cómo ve ahora esta reorganización que quiere llevar adelante Kirchner?

—Me siento dolorido. Un hombre que fue fundador del partido, que estuvo preso, perseguido. Siempre fui leal a la doctrina y a la justicia social, ocupé muchos cargos en mi trayectoria en el Consejo Nacional, Consejo Provincial. Unico caso en toda la Argentina: treinta años de intendente. ¿Se me reconoce a mí? He visto que van a la cabeza personas que ni fu ni fa, que ni sabían qué es el peronismo.

—A pesar de su derrota, Ud. fue ovacionado en el congreso peronista del viernes anterior, más que ningún otro participante. Allí dijo: “Un peronista no solamente mantiene sus ideas y defiende las banderas de Perón y Evita cuando gana sino también cuando pierde; hay que defender la doctrina”. ¿Kirchner defiende la misma doctrina que Ud.?

—Y... no sé. Tendría que ver los hechos. El dice que sí. Yo no puedo dar un pronóstico adelantado.

—El otro ícono del peronismo ortodoxo, el famoso Tula, que participó de ese congreso, dijo que “Díaz Bancalari y Lorenzo Pepe no querían que llevara el bombo. Pero igual vamos a cantar la marchita”. ¿Por qué no habrán querido bombos?

—Yo hago los actos en Lanús y los bombos van…Yo lo traje al presidente a Lanús con los cuadros de Perón, los cuadros de Evita, con la marcha peronista y con los bombos. A mí nadie me prohibió nada. Y si alguien me lo prohíbe, ni lo escucho.

—Hace un año, un juez argentino pidió la detención de Isabel Perón en España acusada de ser responsable de las muertes de la Triple A. ¿Le molestó?

—Ella fue una víctima, porque yo he vivido en esa época muy cerca de Isabel Perón y muchas cosas que tengo me las regaló ella antes de irse para España: mucha ropa de Perón, la espada de Perón. Isabel Perón fue presidenta de casualidad. Cuando Perón lo pone de presidente a Cámpora, no sabía en lo que estaba metido: los hijos de Cámpora con los montoneros. Recién se dio cuenta cuando vino al país. Y más lo constató en Plaza de Mayo, cuando estaba dividida como el agua y el aceite. “Perón, Perón”, “Cámpora, Cámpora”, así. Fue cuando Perón se enojó y les dijo: “Por qué no se van, imberbes”.

—Algunas agrupaciones sindicales pegaron carteles que decían: “No jodan con Perón”. Si el sindicalismo no se manifestaba, ¿el revisionismo hubiera llegado hasta Juan Domingo Perón?

—Puede ser. Capaz que fue una estrategia acusar a Isabel Perón, porque era un tiro por elevación contra Perón.

—En esa plaza que estaba dividida “como el agua y el aceite”, ¿no cree que Kirchner habría estado del lado de los que gritaban “Cámpora, Cámpora”?

—No sé, no lo vi, porque a Kirchner lo conocí cuando vino a la Municipalidad de Lanús. En el Consejo de la Provincia nos reunimos para decidir si le dábamos el apoyo al presidente o no. Cuando Duhalde nos pidió... Menem no, Rodríguez Saá estuvo siete días y se mandó a mudar, De la Sota dijo no porque estaba cansado... El único que quedaba era Kirchner. ¿Y quién es Kirchner? Ni lo conocía personalmente ni lo conocía por su ideología política.

—Pero hoy que ya lo conoce, ¿hubiera estado en aquella plaza entre los que Perón llamó imberbes?

—No sé. Hoy no, porque hoy habla de Perón, habla de Evita…

—¿Coincide con la idea de que el peronismo se afilie a la Internacional Socialista?

—No. Yo sigo manteniendo lo que decía Perón. Ni de derecha yankee ni de izquierda marxista.

—Pero es el peronismo el que lo solicitaría.

—¿El peronismo? ¿Quiénes? Yo soy un peronista histórico y digo que no. Quiero seguir el camino político que nos enseñó Perón.

—Kirchner hizo a Pampuro presidente provisional del Senado, el tercero en la sucesión presidencial, un puesto de enorme importancia institucional en el caso de cualquier crisis de gobernabilidad, más teniendo en cuenta que el vicepresidente es un radical K. ¿Por qué cree que Kirchner confía tanto en Pampuro?

—¿Por qué Pierri confía tanto en Pampuro? ¿Por qué Quindimil confió tanto en Pampuro? ¿Por qué Duhalde confía tanto en Pampuro? ¿Por qué Kirchner confía tanto en Pampuro?

—Se lo pregunto a Ud.

—Todos confiamos, pero a mí me jodió. Los otros van a decir lo mismo.

—Kirchner pensará que él es más vivo.

—¿Qué tiene Kirchner de mago? ¿Tiene la bola de cristal para saber que no lo va a joder?

—Quizá piense que nadie podrá sustituirlo en el poder.

—Si Pampuro ve que la balanza puede bajar para el otro, se va con el otro. Como hizo con nosotros. Cuando Pierri tiró para abajo, se abalanzó sobre Duhalde, cuando vio que el Presidente se afirmó y se debilitaron Duhalde y su mujer, se aferró a él.

—¿Ud. cree que Kirchner algún día se va a debilitar?

—Hay que esperar. Estamos avanzando muy rápido. Kirchner es un hombre que piensa mucho, que tiene su estrategia… Muchos pensaron que este hombre que venía del sur no tenía conocimiento político, no tenía capacidad, que estaba bien con las regalías del petróleo, pero ha demostrado que es vivo.

—Ud. denunció que Pampuro le tendió una trampa para que perdiera la Intendencia, pero dada la estrecha relación de Pampuro con Kirchner, ¿no cree que en realidad la trampa se la tendió este último?

—No, porque a mí, cuando renuncié, el Presidente me citó a la casa de Gobierno. Fui, llamó a todo el Gabinete que intervenía en esos operativos y les dijo: “Señores, acá Quindimil, un hombre de tantos años, histórico del peronismo, me mandó la renuncia a la candidatura futura porque dice que de acá no se cumplieron los planes de las obras que yo he ido a prometer a Lanús. A ver… quiero saber quién es el culpable de esto”.

—¿No le pasó por la cabeza en algún momento la idea de que con las llamadas viejas colectoras (dos candidatos a intendente, Ud. y Díaz Pérez, que llevaron a Cristina como candidata a presidenta) el kirchnerismo lograba un doble propósito, obtener la suma de los votos para Cristina, del 37% de Díaz Pérez más el 28% suyo, y al mismo tiempo desplazarlo a Ud.? O sea, que lo que estaba haciendo Kirchner en esa reunión era una escena, porque en realidad necesitaba sus votos y los logró para Cristina, y al mismo tiempo consiguió desplazarlo usando las colectoras como una manera de obtener las dos cosas juntas.

—(Baja la mirada) Puede ser…

—En 2006 Ud. hizo una encendida conversión al kirchnerismo cuando dijo que Néstor Kirchner era “como un hijo”. Pero un año antes había apoyado a Chiche Duhalde cuando compitió con Cristina Kirchner por la senaduría de la Provincia de Buenos Aires y alguna vez había calificado a Néstor Kirchner de montonero. ¿No cree que ahora el kirchnerismo le pasó la factura?

—(Con ojos cada vez más vidriosos) Puede ser…

—Su competidor, Díaz Pérez, aparecía en campaña junto a Kirchner, ¿no es así?

—No, pocas veces. Más conmigo que con él.

—¿No sospechaba?

—Todo puede ser. Si ve que una persona es leal a la doctrina de Perón sin ninguna duda hasta la muerte, y no tendrá forma de rescatarlo para su lado, va a buscar otros medios para voltearlo. Y capaz que fue eso, y él se mandó un teatro.

—Lanús tiene más votos que toda la provincia de Santa Cruz. ¿Podían darse el lujo de no contarlo como aliado en las elecciones? Hoy, en retrospectiva, ¿le hicieron la cama?

— (Piensa) Sí, señor.

—El concejal de Lanús Omar López dijo: “Darío Díaz Pérez ha ganado con una coalición que no tiene gran cantidad de peronistas, tiene referentes que han sido compañeros nuestros en muchas gestiones del quindimilismo y ellos se han aglutinado con sectores del Frepaso y otros movimientos sociales que realmente detestan al peronismo ortodoxo, como nos solían llamar”. Vuelvo con la pregunta: ¿lo usó el kirchnerismo para juntar votos por derecha y por izquierda?

—Sí.

—¿Y lo mismo están haciendo con Lavagna? ¿Lo usan para ganar votos por izquierda y por derecha?

—Y… También hizo lo mismo con Scioli, que tenía las encuestas más altas que Cristina. Entonces, tenía que aprovechar los votos de Scioli y había que tratarlo con cariño para que no se fuera. Que aporte los votos y después que se vaya.

—Seis meses antes de las elecciones Ud. dijo: “El Presidente es inteligente. Creo que no le queda opción. Yo saco en cada elección 170.000 votos”. ¿Pecó Ud. de soberbia?

—O me hicieron equivocar los traidores míos de adentro.

—Un mes antes de las elecciones la consultora Equis, de Artemio López, difundió una encuesta que le daba a Ud. el 39% de la voluntad de votos de los ciudadanos, seguido por el candidato del Frente para la Victoria, Darío Díaz Pérez, quien lograba convocar poco más del 20%. ¿Se equivocaron las encuestas?

—Yo no me merezco lo que me hicieron. Merezco un homenaje a los hombres que dieron su vida por la patria, que no disfrutaron de sus hijos; nunca viajé al extranjero, no sé lo que es Europa, no sé lo que es nada.

—Tengo entendido que Ud. se vanagloriaba de no haberse tomado un día de vacaciones.

—No, entregué mi vida al peronismo y a la municipalidad: 30 años.

—¿Es cierto que solamente viajó al exterior una vez, a Uruguay, para un homenaje a Perón?

—Sí, señor.

—¿No tiene pasaporte?

—No. Yo estoy muy dolorido, muy dolorido, por eso no quiero hacer más nada.

—¿Cómo se explica hoy que un mes antes de las elecciones la encuestadora Equis lo daba a Ud. duplicando los votos de Darío Díaz Pérez, y luego terminó perdiendo?

—Los traidores que manejaron la fiscalía de las mesas, de las urnas, de los cuartos oscuros. Ahí me jodieron.

—Cuando Ud. se refiere a que hubo una mano negra, dice que hubo fraude.

—Sí. Ahí me jodieron. Las personas que entraban a votar y buscaban la boleta número dos, la mía, no la encontraban.

—¿Estas personas estaban pagadas por el kirchnerismo?

—Yo creo que sí. Gratis, nadie hace nada. O pagás con la promesa de un puesto. Y son los que me traicionaron.

—¿Es cierto que Ud. no dejaba que se habilitaran hoteles alojamiento en Lanús?

—Había uno que lo habían habilitado los militares. Cuando yo me hice cargo, me lo tuve que comer, pero siempre con la orden de que lo controlen en caso de que hubiera una menor. Como fue acumulando deudas por el pago de impuestos –debía un millón de pesos–, un juez dictaminó el remate. Yo en forma inmediata hice el remate y con clausura definitiva, que nunca más ahí iba a haber un hotel alojamiento, y le cobré el millón de pesos. Y ahí está cerrado. Ahora hacen gestiones a ver si lo pueden abrir.

—Las discos siempre le traen problemas a los intendentes. Ud. tuvo problemas con una llamada La Casona, y ahora el intendente Porretti enfrenta una denuncia de extorsión de los dueños de la disco Ku de Pinamar. ¿Cómo es la relación de las discos con los intendentes?

—El intendente que quiere hacer caja se hace amigo del dueño y permite muchas cosas a cambio de plata. Pienso que es lo que pasó en Pinamar. La Casona fue donde hubo un patovica que le dio una trompada a un pibe, el pibe cayó para atrás, dio con la nuca en el cordón y murió. Yo clausuré La Casona definitivamente.

—¿Es injusta la denuncia sobre que distintas empresas de cable tenían privilegio en cada municipio del Conurbano, por ejemplo, Multicanal en Lanús?

—Multicanal cumplió con las reglamentaciones vigentes del municipio. Había quien no las cumplía y nos les permití la instalación de canales. Era Pierri, con el Canal 26. Desde ahí nos enojamos mucho más, nunca más nos hablamos. El pensaba: “Somos del mismo partido, amigos y no me vas a habilitar mi canal”. Y le dije: “Mirá, Alberto, si vos cumplís las normas de enterrar por el sólido los cables como marca la ordenanza del Concejo Deliberante, hacelo”.

—¿Multicanal tienen los cables bajo tierra?

—Sí, sí.

—¿El poder en la provincia de Buenos Aires lo tienen los intendentes del Conurbano y la Policía bonaerense y no el gobernador de turno?

—Yo no tengo ningún poder, los policías están haciendo la de ellos, y el gobernador hace la de él, en perjuicio del pueblo. ¿Por qué cree que al ministro de Seguridad lo bancaron tanto tiempo? ¿Por qué lo dejaron con todos los quilombos que tenía?

—No sé, le pregunto a usted.

—Porque sabía dónde estaban los paquetes y esos paquetes iban para el gobernador.

—¿A qué atribuye los repetidos hechos de violencia: disparos al auto, amenazas, bombas, contra algunos de los nuevos intendentes?

—Supuestamente, alguno que se comprometió, prometió, o el paso de alguna factura.

—¿Qué podría haber prometido que no se cumplió para que justificara eso?

—Algo que por ahí… “Vos me dijiste que necesitabas unos 100 mil pesos, pero me ibas a dar un auto”. Y después no se lo dan, y los 100 mil tampoco...

—Pronto Scioli cumplirá 100 días como gobernador, ¿cómo evalúa su gestión durante estos primeros meses?

—En 100 días no puede calificar la capacidad, se pasan volando, se los pasa tomando Geniol.

—¿Por qué hicieron sufrir tanto a Scioli con versiones de que no tendría un puesto importante en el partido si finalmente el congreso provincial lo terminó consagrando su presidente?

—Me lo imagino, puede ser, las trampas que me podrían haber hecho a mí... porque a mí había una sola forma de sacarme de intendente de Lanús: dándome un tiro en la frente, o haciéndome una trampa con fraude, como hacían los conservadores.

—¿A Scioli le están haciendo lo mismo que a usted?

—Scioli sabrá si le van a hacer lo mismo o no. También decían que iba a ser vicegobernador Alberto Balestrini. Después, Balestrini no quería, y después agarró. ¿A qué se debe esa maniobra?

—Usted sabrá...

—Yo estoy muy golpeado, por eso no quiero saber más nada de la política. Quiero disfrutar de lo que me queda con mi familia, con mi nieta. Hoy la política es una basura, está comercializada, es un asco: uno ve funcionarios que son insaciables. No tienen códigos. Cinco estancias, 200 caballos de carrera, yates.

—¿La ambición es mayor que en su época?

— “Al que es bueno no lo vas a invitar a la comida de esta noche, ¿eh?, porque tenemos que charlar del asunto que tenemos en puerta”.

—¿La corrupción en la política ha ido creciendo?

—Sí, totalmente.

—Más que en la época de Menem.

—Totalmente. Ya no quiero tener más problemas, no quiero que me moleste más nadie: ya me castigaron. Hace unos meses que estoy mal, tuve que ir a un psiquiatra por este golpe que me dieron, que no me lo esperaba, y que no me lo merezco. Los primeros del Congreso lo ponen a Pampuro, y Pampuro lo pone a Cafiero. Se olvidan de cuando a Cafiero Perón lo echó de Mendoza por el problema de un piano, que Cafiero estuvo fuera del peronismo hasta que se murió Perón, que recién se enganchó de nuevo en el peronismo cuando Lorenzo Miguel le fue a pedir a Isabel Perón un puesto para Pampuro (lo confunde con Cafiero) y lo puso de presidente de la Caja de Ahorro. Y yo era el estúpido que hasta los dos últimos años que estuvo Isabel Perón presa en San Vicente, todos los sábados iba con una camioneta de mi negocio a llevarle los comestibles, y a almorzar con ella.

—¿Qué le decía Isabel en ese momento?

—Y, estaba como estoy yo: traicionada. Por eso, yo no quiero saber más nada con la política. Por ejemplo, el intendente de Pinamar. No sabemos si son mentiras, pero, en dos meses de ejercicio en el cargo, ¿cómo puede ser que lo estén acusando de eso cuando tenemos intendentes que estuvieron 30 años y no hay una causa penal, ni una causa administrativa, nada de nada? No me tienen en cuenta para nada, me usaron, únicamente. ¿Dónde está el puesto que me iban a dar en el Consejo Nacional? ¿Dónde quedó?

—¿Kirchner fue ingrato con Felipe Solá?

—No sé. Yo lo único que le digo es que tengo una amargura...

—Cuando Ud. asumió como intendente, en 1983, el total de empleados públicos de la Provincia de Buenos Aires era 190 mil y hoy son 480 mil, pero la Policía bonaerense sigue teniendo los mismos 50 mil efectivos. ¿Faltan policías?

—Sí. Falta seguridad. Falta de capacidad de quien aumenta otros sectores, y no el sector que quema hoy. O tiene algunos intereses creados.

—Los principales aportantes a la campaña presidencial de Cristina fueron los laboratorios médicos. ¿Es injusta la suposición de que con la venta de medicamentos al Estado hay una fuente de financiamiento de la política?

—Eso lo manejó Ginés González. No sé qué le habrá pasado, a él también lo sacaron.

—Me dicen que Pampuro es importante para Kirchner porque conoce la provincia tanto como Díaz Bancalari, pero que Díaz Bancalari tiene ciertos límites. ¿Es así?

—Bancalari es prudente, si no tiene que correr esto (toma el grabador con la mano) porque está cometiendo una falta, no lo va a correr. Pampuro lo corre hasta la esquina.

—Me dicen que Duhalde no perdona sólo a dos personas: a Pampuro y al ministro Aníbal Fernández. ¿Por qué Duhalde justifica a todos los que se pasaron al kirchnerismo menos a ellos dos?

—Se sintió traicionado, piensa que es una maniobra de estos dos.

—Ud. tiene un karma con los médicos, Pampuro y también Darío Díaz Pérez son médicos. El hecho de que, además, ambos hayan sido secretarios de Salud de su intendencia, ¿es una coincidencia del destino?

—No.

—¿Ud. cree en el destino?

—En lo que creo... Los gobernantes, los que yo creía que eran amigos, me hicieron mucho daño. Ya es tarde para decir, “si tuviera 50 años”.

—Su testimonio puede serle útil a futuras generaciones.

—Las futuras generaciones, ¿por qué no me ayudaron a mí? ¿Por qué no salieron a la calle a decir lo que le hicieron a Quindimil esos hijos de puta? ¿Quién me defendió a mí? Acá estoy en mi casa, en mi barrio, frente a la casa donde nací, donde mis padres me criaron hace 84 años, y acá voy a morir.

—¿Ud. no sabía que la política era así?

—No, porque la política que yo conocí era distinta. La política la comercializó el número uno: Alberto Pierri. Cuando era el presidente de la Cámara de Diputados y manejaba la caja por 100 millones por mes, que no se rinde cuenta, ahí empezó a comercializarse la política. La política hoy es para los que tienen mucho, a los que tienen poco los van a usar.

—¿Mucho qué? ¿Mucho dinero?

—Es distinto. Cuando estaba Perón, teníamos todos las mismas ventajas. Yo era un empleado del frigorífico Wilson; mi hermano era otro empleado, y llegó a ser senador electo tres veces. Y éramos los poligrillos que vivíamos acá enfrente y comíamos puchero todos los días. Y nos hicimos políticos en un local afiliando gente, pintando paredes, trabajábamos a la mañana en el frigorífico y a la noche hacíamos política. Ahora viene un tipo que te da un puestode asesor en la municipalidad, y, aparte, es un ñoqui que le afana al Estado. Hoy es así.

—¿Antes no era así?

—¡Qué iba a ser así!

—Uno de los dos piqueteros asesinados en el puente Pueyrredón, Darío Santillán, vivía en Lanús. En 2002, los piqueteros manifestaron varias veces frente a la sede de su gobierno, lo acusaban de manejar Lanús como un feudo y de advertirles que “el peronismo no va a permitir la anarquía”. ¿Cómo era su relación con los piqueteros en el crítico año 2002?

—Tuve buena relación con todos, porque los representantes vecinales, no hablemos de agitadores o guerrilleros, están haciendo mucho a favor de los pobres: han conseguido un colchón, una cama, comida para los vecinos. Yo también fui un piquetero. En la época de Perón, cuando lo mandaron a Martín García, ¿nosotros qué éramos? Piqueteros. Cuando lo mandaron a Perón a España 18 años, ¿nosotros qué éramos acá en la Argentina? Piqueteros. A mí no me llevaron preso, a mi hermano no lo llevaron preso. ¿Por qué? Porque habíamos andado haciendo cosas indebidas pero buscando que dejen venir a Perón, y lo apretamos tanto al general Lanusse que al final dijo: “Bueno, que venga”.

—¿Cómo explica que Lavagna haya apoyado a Macri en el ballotage contra Filmus, el candidato justicialista, y ahora Lavagna se integre al PJ?

—Yo lo veo a Macri más cerca del peronismo que de otro partido.

—¿Imagina algún día una alianza Macri-Duhalde?

—No puedo responderle porque es una pregunta medio pesada, y habría que estar más cerca de ellos para saber algo.

—Según tengo entendido, usted no aumentó los impuestos en 12 años.

—No aumenté los impuestos, y este señor los aumentó a los diez días. ¿Por qué no salen a la calle a chillar? ¿Por qué el Gobierno no lo llama a este señor y le dice: “Escúcheme, por qué aumentó los impuestos si Quindimil le dejó 38 millones de pesos en el Banco Provincia, sucursal Lanús, para que usted pague el aguinaldo, el sueldo de diciembre y el sueldo de enero?”.

—¿Está de acuerdo con el aumento del ABL que impulsó Macri?

—Yo pienso en Lanús.

—Macri sostiene que la mayoría de los habitantes del Conurbano se atienden en los hospitales de la Capital porque los intendentes provinciales no invirtieron en salud.

—Creo que eso fue mal interpretado. Macri quiso decir que la atención médica de la Capital Federal primero tenía que ser para los que pagan los impuestos, y luego atender a cualquiera que venga de cualquier lado.

—¿Y eso está bien?

—Mientras atienda a todos, está bien. Ahora, si deja a quince sin atender porque dice que se acabó el agua oxigenada, está mal.

—En 1983, cuando usted …

—En 1983 fui el único peronista que ganó. Herminio perdió, perdieron todos pero Manolo ganó. Por eso la puta madre que los parió a todos.

—...En 1983 había 100 mil maestros en toda la provincia de Buenos Aires y hoy hay 200 mil. ¿Cuántos maestros hay hoy en Lanús y cuántos había en 1983?

—No me pregunte más porque no me interesa más la política, si yo estuviera en una campaña política y tuviera cincuenta años, ¿sabe todo lo que le diría que no le dije? Pero no quiero más nada, porque me defraudaron. El día del congreso del 22 de febrero, al que más aplaudieron fue a Manuel Quindimil, todo el congreso, ¡eh! Pero Manuel Quindimil no fue a la lista de congresales. Entonces, el pueblo me quiere. ¿Y los que no me quieren son los que están en la cabecera que no me ponen? Antes, la lista de los congresales la hacían los presidentes del partido. Yo soy presidente del partido en Lanús y quedé afuera. El señor Cafiero que es un don nadie está y yo quedé afuera. Me cagaron con la elección, me cagaron con lo de congresal... ¿Voy a seguir poniendo la cabeza para que sigan cortándomela? No, ¡basta!, no quiero saber más nada.

—Herminio Iglesias…

—Era un gran peronista y un buen muchacho. Ojalá hubiera muchos peronistas como Herminio. ¿Qué diría el hoy? Lo que estoy diciendo yo.

—El peronismo hoy se asume como un partido de centroizquierda.

—Bueno, hay que decirles a los muchachos que son de centroderecha que no los dejen. ¿O yo le tengo que decir a cada uno cuál es su deber?

—¿Algo que quiera agregar?

—Que estoy muy lastimado. Que después de 30 años de intendente, 55 de militancia política, de ser fundador con Cipriano Reyes del Partido Laborista, de ocupar cargos de alta jerarquía en el Consejo Nacional, que me haya destruido la trampa de la misma gente mía, no el pueblo, ¡de la misma gente mía! ¿Qué buenos ejemplos le damos a la juventud peronista si miran el caso de Quindimil? La juventud va a decir: “Si hacés las cosas bien, te van a hacer a vos y a mí, y a todos lo mismo que le hicieron a Quindimil”. Qué buen ejemplo.

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